Por: NÉSTOR MENÉNDEZ
Historiador, profesor titular de Historia Argentina y Americana en la Universidad N. de San Luis, Secretario de la Junta de Historia SL, ex Director provincial de Cultura (1985-87), actual Concejal de la Ciudad de San Luis.
En los primeros días de junio de 1810 singular expectativa cubría a un poblado de los más alejados en el extenso Imperio español de principios del siglo XIX. Se sabía que España desde hacía dos años estaba casi dominada por las tropas napoleónicas y que su rey yacía en una lujosa prisión de los franceses. Todos los meses los carreteros trasmitían nuevos informes, España entera se levantaba en armas, la lucha era sin cuartel y hasta el pueblo bajo se armaba para resistir y expulsar al invasor. Despreciando a la nobleza que decía representar al rey, los españoles se organizaban en juntas y tomaban la iniciativa en el combate.
Mientras tanto, durante todo el siglo XVIII, una ola general de críticas hacia los españoles cubría los virreinatos. Los criollos se sentían despreciados por su carácter de americanos; habían participado en algunas revueltas, conocían lo sucedido en Francia desde 1789 (Revolución francesa) y también la rebelión de las colonias inglesas de la América del Norte (Estados Unidos). No había un desprecio general hacia el rey sino hacia los peninsulares y en especial a los representantes de aquel.
El poblado alejado era San Luis de la Punta; pertenecía a la provincia real de Córdoba del Tucumán, en el lejano Virreinato del Río de la Plata. Los dos mil habitantes que contaba la Ciudad por ese entonces seguían las noticias con mucho interés; el Cabildo abierto del 22 de Mayo se conocía someramente y también el sentido de los movimientos juntistas.
El florecer del espíritu americano
En muchos lugares del Virreinato del Río de la Plata se habían producido movimientos de rebelión y revueltas –incluyendo el muy conocido encabezado por Túpac Amaru-, de rechazo hacia las autoridades españolas, en ninguno de ellos se hablaba de independencia pero, parecía que en varias de estas rebeliones no se podía tomar más que ese camino. En San Luis también y desde fines del siglo XVIII son numerosos los testimonios de desprecio hacia lo hispano y de difusión de las ideas libertarias. Algunos de ellas nos mencionan al gauchaje, al pueblo bajo, a las milicias; otros nos hablan de la difusión de pensamientos nuevos en las muy pobladas minas de La Carolina, con acusaciones y sumarios.
Las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807 fueron también hechos desencadenantes; se había desplazado al virrey Sobremonte y se colocó en su lugar a Liniers; el pueblo se organizó, se levantó en armas y expulsó a los ingleses. Tropas puntanas fueron mandadas a Buenos Aires y pelearon en el Retiro. Luego varias decenas de prisioneros británicos fueron enviados a San Luis. Todo esto significó la circulación de ideas nuevas y un florecer de la conciencia americana, que no solo tendía a revalorizar lo propio sino a cuestionar las propias bases de la monarquía absoluta. El Imperio español era decadente también a nivel industrial y comercial, y un nuevo socio como los ingleses, en plena revolución industrial, parecían más a propósito para empalmar con las surgentes burguesías latinoamericanas.
En junio de 1810 la Ciudad de San Luis esperaba fuertes noticias desde Buenos Aires. Y las noticias llegaron.
Corvalán trajo la circular pidiendo adhesión
Al atardecer del día 11 de junio, el teniente de arribeños Manuel Corvalán, rompiendo caballos, desembocaba en la plaza Mayor de San Luis –actual Independencia-, y encontraría allí, en el edificio del cabildo, o en su casa a pocas cuadras, al primer alcalde Marcelino Poblet, para confiarle los pliegos que traía de Buenos Aires anunciando la formación de la Junta.
Los anuncios eran terminantes, si bien el movimiento se hacia para “resguardar los derechos de nuestro sagrado señor don Fernando VIIº “(El rey), las medidas que habían tomado los porteños eran tremendas: habían desalojado del poder al virrey Cisneros y constituido una Junta de gobierno integrada en su mayoría por americanos y presidida por el coronel jefe del regimiento criollo de Patricios, Cornelio Saavedra. Se pedía –por circular fechada en Buenos Aires el 27 de mayo-, aprobación de todo lo actuado y designar un representante para que se integrara a la Junta.
La situación que se planteaba era tremenda y el Cabildo de San Luis se reunió al día siguiente. Estaba entonces ese organismo que gobernaba la ciudad ( muchas veces improvisados estudiosos lo confunden con el edificio donde se reunía y que lleva el mismo nombre), integrado por siete personas, dos alcaldes (jueces)y cinco regidores.
El Cabildo de San Luis promete “ciega obediencia” a la Junta porteña
La decisión a tomar era crítica pues podía comprometer la propia vida de los funcionarios –como había pasado hacía pocos años en el Alto Perú-; si apoyaban y el movimiento salía mal pasaban a ser cómplices del derrocamiento de un virrey y de la conformación de un gobierno ilegal. Si todo tenía buen desenlace, por lo contrario, el rey podía reconocer lo actuado y los americanos ganar en autonomía; era muy temprano en Mayo de 1810 para pensar en la independencia.
La decisión que se tomó fue muy rápida y no importó lo que hicieran Córdoba, capital de la provincia, ni Mendoza, para donde seguía el mensajero Corvalán. El día 12 de junio los cabildantes redactaron la respuesta a la Junta prometiendo “la más sumisa y ciega obediencia”. Y lo hicieron sin tener en cuenta una nota de Córdoba, que llegó ese mismo día y que les advertía de no sumarse a los rebeldes.
Con bravura y determinación los cabildantes de San Luis tomaron una resolución de fuerte tono americanista. Sin duda que jugó mucho en esa “ciega obediencia” que la Junta porteña reconociera el papel del interior y les pidiera mandar un representante. Ahora se podía obedecer gratamente, pues San Luis se sentía representada.
Como se ve, mucho antes que se creara la provincia –en 1820-, la Ciudad de San Luis contribuyó a conformar la joven argentinidad.
El de San Luis no fue el primer Cabildo en apoyar la revolución
Entre la multitud de errores comunes que se vierten cuando se cuentan e interpretan estos acontecimientos está el de considerar al Cabildo de San Luis como la primera autoridad institucional de interior que adhirió a la Revolución de Mayo.
En realidad este honor corresponde a otra ciudad, en este caso del litoral, Concepción del Uruguay, que por su cercanía a Buenos Aires, recibió los pliegos varios días antes del 8 de junio, y ese día expidió un reconocimiento fuerte a la Junta prometiendo “el más pronto envío del Diputado de esta Villa y el puntual cumplimiento a las presentes y sucesivas órdenes de V. E…”
Si bien el de San Luis no fue el primer Cabildo en adherir si se debe considerar a nuestra Ciudad como la primera entre las luego provincias argentinas en apoyar la Revolución de Mayo. Se dirá que jugaron en esta prontitud la menor cercanía al Puerto; hecho que sin duda pesa y determinara en algún momento una fría puja de la historiografía comarcana para fijar cuál Cabildo entre los del litoral y los de la provincia de Buenos Aires fueron los primeros en adherir al Movimiento de Mayo.
Otro error elemental al narrar estos acontecimientos consiste en mencionar a San Luis como provincia, cuando en realidad esa organización política recién se logró en 1820. O bien hablar de “independencia” cuando ningún documento de la época hace referencia a esa expectativa y, en los años que van de 1810 a 1813, la situación pudo haber tomado un curso muy diferente.
Si se puede decir que mucha gente palpitaba ya en estos años la posibilidad de un gobierno propio; y que la mayoría de ellos residía lejos de las grandes ciudades y de los centros virreinales. En las orillas de Virreinato y sus lugares alejados, como San Luis, bien podía prosperar ese lema que levantaban ya los pueblos enterrianos: “¡Naides es más que naides!”.
Y que traspiraba aires de libertad.-
San Luis, 4 de mayo de 2010.
Bibliografía
Gez, Juan W. Historia de la Provincia de San Luis. Tomo I, Buenos Aires, 1916.
Sosa Páez, Isaac. La Revolución de Mayo en San Luis. (En: Heraldo de San Luis, San Luis, 20 de junio de 1945).
Levene, Ricardo. La Revolución de Mayo y Mariano Moreno. Buenos Aires, 1960.
Núñez, Urbano J. Historia de San Luis. Plus Ultra, 1980.
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